jueves, 27 de febrero de 2014

Dia Internacional de la Mujer



Este 8 de marzo de conmermora el Día Internacional de la Mujer. Conoce la historia detrás de esta fecha, en la que las mujeres lucharon por establecer la igualdad de género y derechos salariales.
El 8 de marzo de 1857 un grupo de obreras textiles decidieron recorrer las calles de Nueva York como protesta ante las pésimas condiciones salariales bajo las que trabajaban. Este hecho supuso el punto de partida para una lucha incansable por alcanzar la igualdad de género. Hoy dedicamos un homenaje al próximo Día Internacional de la Mujer Trabajadora 2014. 
Luego del acontecimiento antes mencionado se sucedieron una serie de protestas con este propósito, como la huelga del 5 de marzo de 1908 en Nueva York, en la que se reclamaba una igualdad salarial, una disminución de jornada a un total de diez horas y que se concediera un tiempo para la lactancia.
Durante este día tuvo lugar una tragedia que marcaría la historia. Más de 100 mujeres perecieron en un incendio de la fábrica de Sirtwoot Cotton, se dice que provocado por el propio dueño de la empresa como respuesta a la huelga. A pesar de dificultades como ésta, las mujeres de aquella época siguieron luchando por cambiar su destino.
Finalmente, en 1975, las Naciones Unidas decidieron reconocer oficialmente el 8 de marzo como el Día Internacional de la Muejr Trabajadora. Desde entonces cada año tienen lugar distintas actividades durante ese día que nos hacen recordar el largo trecho que ya hemos caminado, y lo que nos queda aún por recorrer.

Ahora ya conoces un poco más acerca de por qué el 8 de marzo es un día especial para todas las mujeres trabajadoras, quienes defendieron sus derechos y alcanzaron la igualdad de género.


Quién mada a Quién...?

Nunca había aceptado ninguna de mis incontables invitaciones al noticiero, pero –acaso para no parecer descortés– una mañana de noviembre del año pasado, en premio a mi terquedad, la Primera Dama Nadine Heredia tuvo la fineza de invitarme a verla. Lo hizo para volver a decirme que no. No importa. Igual aprecié el gesto. Me recibió en su oficina del ala izquierda de Palacio de Gobierno, muy cerca de la Presidencia del Consejo de Ministros. Aunque tal vez sería más exacto decir que me recibió en su gabinete, si nos remitimos al significado original de esa palabra de acuerdo con la Real Academia Española: habitación más reducida que la sala donde se recibe a las personas de confianza. Yo no lo soy –huelga decirlo– pero, por alguna razón, su estudio me pareció, en realidad, el living de su casa, un ambiente muy cálido y poco pomposo que transmitía, de entrada, la sensación de que ella se pasaba allí la mayor parte del día. De hecho, todas las tardes, Samín o Samito, el benjamín que no estaba en los planes, corretea entre los sillones –cual John John en el Salón Oval– mientras la workaholic de su mami chambea duro y parejo. Al verme entrar, la primera mujer peruana de la historia que ha encabezado la Encuesta del Poder me recibió con esa encantadora sonrisa que es ya su marca registrada. Al primer golpe de mirada vi a una mujer que había aprendido a llevar la elegancia con sencillez. Y la sencillez con elegancia. Atrás quedaban el tristemente célebre disfraz de escarapela del debut y el infausto abrigote palo rosa de la parada militar. Esa mañana llevaba puesto un vestido azul sin mangas muy distinguido, discreta joyería de plata peruana y el perfume que sirve de clásico preludio a su llegada: Very Irresistible de Givenchy. Hice el amago de ceñirme al protocolo y estrecharle la mano, pero –sin llegar a los extremos de Toledo con la Reina– terminé pasándome de confianzudo con un breve besito en la mejilla. Algo me hizo olvidar que era la primera vez en mi vida que la veía en persona. Me pareció realmente guapa, más chibola que en las fotos, y su trato jovial, campechano, hizo que rompiéramos el hielo con facilidad. He olvidado casi toda nuestra charla. Creo que hablamos del CADE, de Conga y otros fríos asuntos de coyuntura. Lo único que sí recuerdo perfectamente es que, en un momento de la conversación, al escuchar que me refería a su esposo como “Humala”, Nadine levantó los alarmados ojazos de la pantalla de su ya legendario Blackberry y, con una sonrisa imperceptiblemente irónica, me corrigió con dulzura:
- Humala es mucha gente. Por favor, llámalo Ollanta.
En la intimidad, le dice Tita. Así le dice ella a él. Nadine a su esposo, digo. No es broma. Lo llama Tita por Ollantita: ¡Tita, baja a almorzar! Siéntanse libres de llamarlo, de cariño: Presidente Tita, a partir de hoy. A mediados de diciembre, mientras encendía las luces del arbolito navideño de la Plaza Mayor, la alcaldesa de Lima cometió un tremendo lapsus que desnudaba, de un solo viaje, el inconsciente nacional. Al momento de dirigirse, muy ceremoniosa ella, hacia la pareja presidencial, muy claramente dijo: “Señor Presidenta…”. Lo dijo. Todos la escuchamos. El Presidente Tita y La Presidentita. Nada de eso, por favor. Todavía no. Todavía no le interesa que la vean como mandataria. No le hace ninguna gracia que la llamen así. Odia que le digan la jefa, la asesora, la generala. No, señor. Pero los “lapsus” de este tipo han abundado. Ella misma se refirió en público a la titular de Educación como “mi ministra”: ¿Dónde está mi ministra? –exclamó para escándalo de algunos. Y ya son dos los premieres que han patinado estrepitosamente a la hora de describir, frente a cámaras, su rol: “La señora Nadine concurre a algunos Consejos de Ministros” –dijo Siomi Lerner y, a las pocas horas, tuvo que rectificarse. “La señora Nadine hace un extraordinario trabajo en el Ejecutivo” –dijo Óscar Valdés, quizá sugiriendo lo obvio: que ella estaba (muy) por encima de él. “Soy el soporte emocional de mi esposo” –ha repetido ella a todo aquel que quiera escucharla.“¿Soy su persona de confianza? Naturalmente: ¡soy su esposa!”.
Su ilustre suegro don Isaac no se cansa de lanzarle dardos envenenados. Dice de ella que está borrachita de poder. Que ya es el colmo que compita en las encuestas con su marido. Que en política está perdida en el espacio. En esto último sí que se equivoca el patriarca lenguaraz. Nadine tiene clarísimo a dónde quiere llegar. Tiene clarísimo que si Ollanta es la cabeza del gobierno, ella –desde su estratégico (y súper político) rol en los programas sociales– tiene que ser el corazón que le bombea la sangre del Perú profundo y lo mantiene vivo. Su suegra doña Elena Tasso, que es, a la vez, su prima lejana, se cuida siempre de no opinar contra ella, pero los temibles cuñaditos Humala nunca pierden oportunidad de hacerle la vida a cuadritos. Antauro, con sus desmanes patibularios. Alexis, con sus ricos negocitos en ultramar. Ulises, con sus constantes diatribas que han llegado incluso hasta a compararla injustamente con Montesinos. Pero ella está muy bien entrenada para trompearse de igual a igual con los varones. Creció al lado de dos hermanos con quienes no tenía ningún problema en dirimir diferencias en implacable duelo de karate si era menester. Siempre se jactó de ser una chica con punche. Lo demostró cuando tuvo que afrontar solita el duro trance de la detención de su compañero tras aquel levantamiento de Locumba que ella misma lo había ayudado a planear contra Fujimori en el 2000. Una vez, mientras completaba su maestría de Sociología en la Católica, el Ejército envió a Ollanta –sin mayor trámite– a un remoto destacamento en provincias, y ella decidió que no estaba dispuesta a truncar sus estudios por acompañarlo. Los suegros pusieron el grito en el cielo y, apelando a sus deberes conyugales, la conminaron a venirse a vivir a la casa de ellos para “cuidarla” hasta que el esposo volviera. Naturalmente, Nadine les dijo que no.
Esa fortaleza de carácter –tan hábilmente suavizada con sonrisas– le granjeó la automática simpatía de los esposos Pérez de Cuéllar durante la agregaduría militar que Toledo le confió a Ollanta en París, haciéndole realidad a Nadine el sueño de la maestría en Ciencias Políticas en La Sorbona. Una vez ganada la elección del 2011, a doña Marcela Temple de Pérez de Cuéllar le bastó invitarla a uno de sus regios almuerzos de señoras para que todo su círculo de amigas –muchas de ellas legionarias de Keiko o esposas de connotados empresarios de la derecha más recalcitrante– le dieran la más entusiasta bienvenida a la inminente primera dama y, en ella, al otrora revolucionario gobierno de la tan temida inclusión social. Cuánta agua había corrido bajo los puentes del Páucar del Sara Sara, en Ayacucho, donde aprendió a comer –jamás a preparar– el enigmático qapchi con que sorprendió a los periodistas limeños en el desayuno electoral. Cuánta agua desde que cierta rancia aristocracia periodística convertía en cuestión de Estado hasta el reloj Tag Heuer que le había regalado a su marido por su aniversario de bodas. Mientras posaba, codo a codo, con todo aquel ramillete de damas de sociedad, Nadine –nombre francés, diminutivo de Nadia, que significa esperanza– volvía a sonreír pensando que en el solitario telefonito que vibraba en el fondo de esa cartera que la asesora de imagen le acababa de endilgar había más poder que en la suma de los montos máximos de las tarjetas platinum de todas sus novísimas amigas.
Fue justamente desde el Primer Smartphone de la Nación –adminículo que, hoy por hoy, es su herramienta preferida– que el 19 de octubre del 2011 lanzó, a través del Twitter, la más feroz y famosa de sus sentencias: Es tan difícil caminar derecho??!! Así, con ese doble signo de interrogación y admiración que reflejaba su doble indignación. El impacto fue letal: 266 de sus casi 350 mil seguidores replicaron el mensaje. El obvio causante –y destinatario– de sus iras era el Vicepresidente Omar Chehade, más conocido en el ámbito gubernamental como Ken por su parecido –improbable– con el fanfarrón noviete de la Barbie. Pese a que llegó a ser su abogado, Ken nunca fue santo de la devoción de Nadine. Siempre le pareció un patita medio alucinado, un arrogante con poses de dandy ilustrado. Ollanta, en cambio, creyó ver en él a un paladín y hasta a un erudito y, desoyendo a su compañera, lo incluyó en su lista y hasta en su plancha presidencial. El nefasto incidente con generales en Las Brujas de Cachiche no hacía sino demostrar que, desde el inicio, Nadine había tenido la razón una vez más y su histórico tweet equivalía, entonces, a un contundente “¿Ya ves? Te lo dije”. Hoy, Ken ya no es más el vicepresidente y tampoco se puede decir que sea precisamente el Mister Carisma del Congreso. La señora de la casa (de Pizarro) vencía una vez más. Y, a estas alturas del partido, podemos coincidir con las encuestas en que, para ella, más frecuentes han sido las victorias. Por lo menos, hasta ahora. “La señora es muy política” –dijo a mediados del 2011 Jorge del Castillo, sugiriendo, antes que nadie, la necesidad de que el Legislativo se apresurase en ponerle barreras a su posibilidad de candidatear en el 2016. Un temor que, para cierta oposición, empieza a adquirir alarmantes ribetes de histeria colectiva. Aborrecen la sola idea de que la señora vaya a lanzarse alguna vez pero, al mismo tiempo, parecen obsedidos con repetirla y repetirla hasta que sea cierta.
Una vez, antes de la primera vuelta, cuando Ollanta todavía no se animaba mucho a dar entrevistas a la TV abierta, a la que –con toda razón– consideraba territorio enemigo, le pedí al entonces candidato al Parlamento Daniel Abugattás que me hiciera el puente con Nadine. Su reacción me dejó de una pieza: ¿Quieres entrevistarla? ¿A ella? ¿Para qué? Saltaron a la vista los celos de aquella cúpula con la única persona que podía darse el lujo de susurrarle cosas al oído al máximo líder. Una sola vez la vimos molesta. Era octubre de este año y se celebraba la cumbre de países árabes. Un resfriado, un dolor de barriga o algún problemita de salud del pequeño Samín la obligó a quebrar su maniática puntualidad y retrasarse unos minutos. Ollanta, entonces, debió sobrellevar, algo agestado frente a las cámaras del mundo, el poco envidiable papel de único anfitrión de los enturbantados dignatarios visitantes. Al verla llegar con retraso, el fastidiado primer esposo de la nación masculló entre dientes alguna seca amonestación que la enfureció. Y aunque no llegamos a escuchar aquel evidente intercambio de ‘flores’, entendimos perfectamente lo que el lenguaje corporal de ella le estaba diciendo a su marido y, de taquito, a todos aquellos máximos representantes del machismo universal: “Habla con mi espalda, varón”.
Pero, ¿cuál será el secreto encanto de esta chica que, en las bohemias tabernas de Barranco, otrora interpretaba las más encendidas canciones de protesta de Silvio Rodríguez y hoy no duda en fotografiarse al lado de Mick Jagger y Gene Simmons de Kiss o de seguir, cual fan enamorada, al transgresor boricua René Pérez, el Residente de “Calle 13” ? Quizá sea ese gracioso par de incisivos superiores que el escritor Alfredo Bryce describió alguna vez como terroncitos de azúcar. Quizás sea esa asombrosa facilidad para mimetizarse con la gente y mezclarse genuinamente con ella sin parecer jamás una dama filántropa, una monja misionera ni una turista vivencial. Quizá sea esa arrolladora juventud que la hace lucir impetuosa, infatigable, muscular, casi una fuerza de la naturaleza. Quizá sean esos ojos vivaces y chisporroteantes que delatan su intuición femenina, su olfato político, su astucia felina. Quizá sea esa atractiva estampa de girl next door, esa espigada figura que luce inmune a los efectos secundarios de los chocolates que –según versión de testigos– se administra en dosis cada vez mayores a manera de antídoto contra el voraz estrés palaciego. Un estrés que, según se murmura por esos pasillos señoriales, más que sacarle canas verdes, estaría haciendo mermar, últimamente, su azabache cabellera. Un estrés que se esparce como una epidemia entre su staff que –al primer rumor de que ella había sido vista ingresando en una clínica– se precipita a emitir un comunicado de prensa para anunciarle a la Nación una operación a la vesícula. Lo más probable es que, mientras yo termino a duras penas de escribir algo que se asemeje a su perfil, ella ya haya terminado de acostar a los niños y esté escapándose, a hurtadillas, rumbo a la función de trasnoche de algún cine, sustrayéndose de la agobiante protección de los guardaespaldas con la ilusión traviesa de su primera cita clandestina, bien prendida de la cintura del Excelentísimo Presidente de La República que, sin ella, sería el hombre más solitario del planeta.


Historia de Los Pérez

Pérez (apellido)

Pérez se trata de un apellido patronímico derivado del nombre propio Pero o Pedro. Ofrece todas las particularidades y características de los apellidos de su misma naturaleza, tales como Gómez, González , García, Rodriguez, etc. Su origen se encuentra en la antigua y generalizada costumbre de convertir en apellido el nombre del padre u otro antecesor y aplicarlo a los hijos o descendientes, para denotar en estos la calidad de tales. En este caso, Pérez viene del nombre "Pero" o Pedro y el sufijo "ez" que significa "descendiente de", y por consiguiente significa hijo o descendiente de Pero (Pedro), tal como en otros idiomas: ejemplo sueco o inglés "Son" (hijo) como en Erikson, Gustafson, Johnson etc.

Origen
Es imposible rastrear el origen del apellido Pérez, pues hay muchos linajes que ostentan el mismo patronimico, pero de diferente origen. Algunas hipótesis sugieren que las primeras familias en hacer de este su nombre eran judíos conversos sefardíes. El nombre Pérez también se deletrea Peretz. En la Torá es el nombre del hijo de Tamar y Juda. En la tradición jasídica ortodoxa judía es también uno de los nombres del Mesías (Mashíj), Perez/Peretz ben David (Perez/Peretz hijo de David). El nombre implica por lo tanto quebrantamiento espiritual así como esperanza de redención. Los descendientes de los primeros Pérez (judíos españoles conversos) se encuentran hoy por toda iberoamérica. También hay familias sefardíes ortodoxas con este nombre en Israel, Izmir (Turquía), Argentina, Puerto Rico, República Dominicana, Cuba, Estados Unidos, Holanda,Perú y España y en casi todos los países hispanoparlantes.
El apellido Pérez (en hebreo Peretz/Peres) pudo haber sido españolizado por los judíos españoles para ocultar su origen en tiempos de la inquisición y tal vez mucho antes para evitar problemas religiosos. El Presidente del Estado de Israel es Shimon Peres, pero este apellido fue adoptado por su familia al emigrar a Israel abandonando su apellido polaco "Perski".

Los distintos derivados de Perez son: Peretz, Peres. Y sus compuestos: Pérez Dorra, Pérez Maleh, Pérez Chab.

Distribución
El apellido se encuentra extensamente difundido por toda España y América. En la Península Ibérica tiene sus mayores asentamientos en Asturias, Castilla y Andalucía. En el continente americano se encuentra desde los primeros tiempos de su descubrimiento y conquista. Uno de los países con más difusión fue México, ya que los primeros que llegaron con Hernán Cortés y sus descendientes, al establecerse en aquél país, fueron creando diversas familias, a las que pertenecieron militares, clérigos, tesoreros reales, y familiares de la Santa Inquisición. Podemos citar entre los primeros personajes apellidados "Pérez" en América a Alonso Pérez de Trigueros, natural de Huelva en 1520, a Alonso Pérez de Zamora en 1519, a Andrés Pérez de Sevilla en 1539, a Antón Pérez de Móstoles (Madrid) en 1526, a Antón Pérez nacido en Conil (Cádiz), Bartolomé Pérez de Alange (Extremadura) en 1527 o Morán Pérez de Córdoba. Consignar la larga relación de cuantos de este apellido participaron en el descubrimiento y posterior colonización del Nuevo Mundo crearía una lista casi interminable.
Como consecuencia de su abundancia y naturaleza lo han llevado y lo llevan incontables familias y linajes de muy distinto origen y procedencia, sin que exista entre la mayoría de ellos ninguna relación o vinculo de parentesco y ni la más leve y primitiva comunidad de sangre, por lo que no existe relación genealógica entre la mayoría de ellos. Debido a la difusión y abundancia del apellido, se generalizo la costumbre de añadirle el lugar de origen o la plaza conquistada, formándose los apellidos compuestos por Pérez de..., y así tenemos entre otros a los Pérez de Tudela, los Pérez de Villamayor, los Pérez de Soria, los Pérez de la Calzada, los Pérez de Zamora y otros muchos.

Distribución en Cantabria
Una notoria familia cántabra llamada Pérez moró en la villa de Colindres, del partido judicial de Laredo, de la cual formaban parte:
Dicha familia Pérez vivió en Peñacastillo, del partido judicial de Santander, a la que pertenecieron Lorenzo Pérez con sus descendientes. Otros moraron en el Valle de Villaescusa, también del partido judicial de Santander. Otros lo hicieron en lugar de Bárcena y de Tezanos, del partido de Villacarriedo. Radicó otra familia en el lugar de Silió del ayuntamiento de Molledo y partido judicial de Torrelavega. Otras familias Pérez moraron en las villas de Arenas de Iguña, Caranceja, Concejo de Bareyo, Entrambasmestas, Muriedas, Resconorio, Ruiloba, San Pedro del Romeral, Sierrapando y Valdeiguña.
Una rama de la casa Pérez en la villa de Colindres (Cantabria) pasó a Chile quedando allí establecida. Fue su progenitor José Pérez García, nacido en Colindres en 1726, quien pasó a América donde fue Teniente Coronel del ejército, Prior del tribunal del Consulado de Chile, y autor de una Historia del Reino de Chile. Descendiente de esta rama fue don José Joaquín Pérez Mascayano, nacido en Santiago de Chile en 1800, que llegó a ser Presidente de la República.


Prefiero Vivir En Un Ático

No puedo dormir en este cuarto. Realmente no puedo dormir en ningún lugar de toda esta casa. Hay muchas cosas sobre mí, y eso me pone de los nervios. No es que crea que el edificio se va a venir abajo, el problema son las personas, como siempre. Si el resto del edificio estuviera vacío no tendría problema.
No. Son todas esas vidas sobre mí. No sus vidas, sino sus muertes, todo lo que les está ocurriendo. No aguanto la idea de que todos estén cagándose, meándose, corriéndose y muriendo sobre mí. En alguna de las ocho plantas superiores alguien está follando, puede que haya un niño vomitando. Si no lo hay, lo habrá. Los niños vomitan en las fiestas.

Seguramente hay un perro echando una meada en algún rincón desatendido. Y todos se están muriendo, y yo estoy despierto mirando al techo mientras se mueren, deseando que se mueran en otra parte.

Lo que dice una mirada

Recuerdo que una profesora del colegio solía decir que los ojos son el espejo del alma. Mi abuela me repetía: “Mírame, quiero saber si dices la verdad” Algunas parejas se dicen: “Dímelo mirándome a los ojos” Y es que podremos ensayar un buen diálogo para tratar de convencer a quién queramos, pero si no somos honestos nuestra mirada nos delatará.
En la relación de pareja una mirada vale más que mil palabras. Puede convertirse en un cuchillo capaz de cortar tu respiración o  ablandarte el corazón si atraviesa la barrera de tu piel.
Hay miradas dulces, penetrantes, frías, apasionadas que arrancan expresiones como: “me quería comer con los ojos” o “por poco me mata con la mirada”
Cuando se empieza a flirtear la mirada se convierte en nuestras manos. Acarician el rostro, los labios, el cuerpo y todo lo que aún no se puede tocar de la persona que te gusta. A veces puedes sentir un placer anticipado cuando descubres que alguien te mira intensamente a los labios. Y es la magia y el poder de los ojos lo que hace que se te erice la piel.
Cuando le gustas a alguien su mirada será larga y profunda, querrá inconscientemente que sepas su secreto, y si correspondes a su deseo lo mirarás de igual manera entrando en una conexión emocional que dará lugar a un acercamiento.
En esta fase entra a tallar el lenguaje corporal. Cuando se gustan no se quitarán la mirada de encima. Y si él o ella inclina el cuerpo hacia ti, es que está súper interesado en lo que dices. Pero cuidado… porque esta fase de la conquista es muy delicada. Puedes decir o hacer algo que a la otra parte no le gusta y entonces querrá deshacerte de ti. Y nuevamente la mirada lo delatará. Desviará su atención hacia cualquier otro lugar, o no le quitará la vista al celular esperando una llamada que  lo libre de ti.
Entonces será el momento de levantarte con dignidad inventando una excusa y tratarás de analizar qué fue lo que frustró el acercamiento.
Pero para aquellos que sigan adelante irán descubriendo a lo largo de la relación que una mirada podrá calmar tu angustia, podrá encolerizarte o podrá llenarte de la más completa felicidad porque aún sin palabras, podrás descubrir en la mirada de tu pareja el amor que siente por ti.