viernes, 30 de enero de 2015

Hemos sido biencriados...?

Llegar a ser una persona madura emocionalmente implica haber tenido en primera instancia la bendición de haber nacido en una familia con valores esenciales, como el respeto, honestidad y la fe; siendo esta última esencial para reconocer la necesidad e importancia de sentir a Dios en el interior. Y solo quien lleva con alegría la certeza de que en estas tierras de paso, hacer lo correcto y luchar por ser limpio de corazón nos hace libres, fuertes y dichosos, podrá tener pese a las pruebas del camino una vida feliz y paz interior.

Sin embargo, no siempre los progenitores encontraron las palabras y formas adecuadas para expresarse ante sus hijos; en otros, la superficialidad y el materialismo se apoderó de sus corazones y le enseñaron a sus hijos lo mismo, convirtiéndose con los años en egoístas, ególatras, deshonestos y sobre todo, incapaces de respetar a sus semejantes, antivalores de los cuales solo serán conscientes con las pérdidas del camino, con las consecuencias ante cada error consciente por necedad.