sábado, 13 de diciembre de 2014

Cinco señales de que eres mala en la cama

Muchas mujeres se preocupan más por temas externos que olvidan ciertos detalles que a sus parejas pueden importarles.


Muchas veces las mujeres se preocupan tanto por estar bien depiladas, llevar su mejor ropa interior y demás temas “externos”. Sin embargo, se olvidan de pensar en aquellas cosas que hacen que los hombres crean que una mujer es mala en la cama.
Y es que aunque las féminas puedan quejarse de aquellos hombres que duran poco, que tienen un escaso rendimiento o a los que les gusta la penetración directa sin juegos previos. Hay ciertas cosas que los hombres detestan que hagan las mujeres en sus encuentros sexuales.
A continuación, te damos unas características que los hombres dicen de las mujeres que son malas en la cama.
Nunca tomas la iniciativa. A pesar de que a los hombres muchas veces les gusta mandar en la cama, también hay veces que quieren sentirse dominados y que tú tomes la iniciativa. Sorprende a tu pareja con posiciones novedosas, marca tú el ritmo, hazle experimentar nuevas sensaciones…
Todo te da vergüenza. Muchas mujeres quieren parecer una súper modelo y si no se ven así no quieren hacer nada con la luz encendida. Este es uno de los procedimientos que tiene una mujer cuando siente vergüenza. Otros son no querer innovar o hacer ciertas cosas por si sale mal o por si no le hace disfrutar a la pareja como “debería”. Sin práctica nunca se aprende, así que deja la vergüenza fuera de la habitación, el auto o donde sea que estés teniendo tu encuentro y haz que ambos disfruten de los placeres del sexo sin ningún tipo de tapujos.
No dices lo que te gusta. A pesar de que un hombre tenga experiencia, cada mujer es diferente y ellos no tienen por qué saber lo que tú disfrutas más. Además, a los hombres les encanta conocer todo lo que te excita, los puntos que más te gusta que te toquen y las posturas que te dan mayor placer.
Nunca pruebas cosas nuevas. La monotonía es lo peor que puede pasar en el sexo. Muchas veces las mujeres solo quieren tener relaciones en horas determinadas, en días concretos y siempre de la misma manera. Eso acaba cansando tanto a los hombres como a las mujeres que les guste disfrutar del buen sexo. Innova, sorprende con nuevas posiciones, nuevos juguetes, etc.
Te quedas callada. No hay que despertar a los vecinos pero tampoco hay que permanecer callada durante todo el acto y no soltar ni un gemido. Deja que tu pareja disfrute con tu placer y que sienta que te está haciendo gozar. Esto le motivará para seguir estimulándote.

La viuda


Y así me lo contó Mercedes. Ella era una niña cuando su abuela le narró la historia. En esa época los velorios se efectuaban en las casas. Imposible pensar que un ser querido estuviera sus últimos momentos en otro lugar que no fuera el suyo, rodeado de sus seres más queridos, su familia, sus amigos íntimos. Entonces se podía llorar con más propiedad, gritar si era el estilo, ponderar las virtudes hasta el agotamiento como si así se pudieran reparar las omisiones de amor hacia el difunto y, en el recogimiento de una sala, ir colocando las flores, atendiendo a los visitantes, brindando uno que otro bocadillo y amanecer sin despegarse un solo instante del féretro tratando de darle al difunto los últimos afectos, según la fortuna, los llantos y las degustaciones. Se dice que los muy ricos y educados controlan muy bien sus emociones y hasta sus lágrimas. Los menos afortunados dejan brotar libremente todas sus emociones y pueden llegar al histerismo fácilmente; esto que me contó Mercedes no es el caso.
La viuda, impecablemente vestida de negro, abanico en mano. A su derecha su hija Gabriella, pendiente de todo. Gilberto, de pie a la entrada de la sala, encargado de protocolo y de ubicar a parientes y amigos. Marisol siempre en la cocina colando café, preparando chocolates, té o lo que fuera necesario y velando por que la vajilla donde se sirvieran los bocadillos fuera la adecuada que sólo se usaba en momentos memorables y éste, la muerte de su querido padre, lo era. Enrique, que estudiaba en otra ciudad, aún no había regresado, y Marito, el más pequeño –sufría de melancolía, palabra con que se llamaba en la casa a la depresión–, estaba refugiado en su habitación.
Dos hermanos del padre, una tía lejana, un par de sobrinos, vecinos y amigos. Dos grandes cirios encendidos, flores enviadas por familiares y amigos. Se percibe en el ambiente un discreto olor a lavanda.
Alguien reza un rosario con la monotonía de un mantra que se repite automáticamente.
Se abre la puerta y una mujer también vestida de impecable negro irrumpe en la habitación, dos niños la siguen. La viuda la mira consternada, no la conoce, nadie la conoce. La joven y bella mujer se acerca al féretro y sin inmutarse dice a los niños.
“Vengan, despídanse de su padre”. Silencio sepulcral. Los niños obedecen, lloran discretamente y, frente al estupor de todos los presentes, se retiran. Una cierta tensión se apodera del momento. Nadie mira a nadie.
La viuda lo ha visto todo sin inmutarse. En la habitación apenas se respira, todos paralizados. La esposa se pone en pie y, sin emitir ninguna señal, sale. Su hija quiere seguirla, pero la madre le indica que se quede. Transcurren unos minutos y el silencio muerde.

Se abre la puerta del salón y entra la viuda elegantemente vestida de rojo y ocupa su lugar anterior. En su rostro no quedan lágrimas y en sus manos un rosario… Ave María purísima comienza…

¿De qué colegio eres?,

Hace unas semanas llegué a la cúspide de mi maduración.

Estaba en uno de esos almuerzos que se sirven con tres tenedores y tres copas al frente cuando mi compañero de mesa, hermano de un ministro, me preguntó:
–Tú estudiaste en el Markham, ¿verdad?
Pocos saben que mi relación con las aulas se inició en una escuelita fiscal cerca de un mercado de Trujillo y que luego ascendí a la meseta anodina de un colegio católico sin brillos. Hasta el patio de mis recreos no llegaba el nombre del prestigioso Markham limeño, de la misma forma en que al Markham no llegaba el de mi colegio. 
Con los años aprendí que el Perú debe ser el país donde la gente más pregunta en qué colegio estudiaste. Es una forma práctica de colocar al otro en una escalera valorativa para, así, ubicarnos también (aunque mi interlocutor en el almuerzo sí parecía haberme confundido con alguien y no creo que haya estado tasándome). 
Quien haya leído al sociólogo Guillermo Nugent podrá entender de qué manera nuestras mentes tratan de conciliar la noción del blanco llegado de España como conquistador y cabeza del nuevo orden del siglo XVI con esta sociedad de ciudades mestizas donde el color ya no es el único factor para que cada quien encuentre su sitio en este perverso juego de las sillas. 
En esta escalera amplísima donde cada peruano (o cualquier descendiente de una colonización occidental) trata de subir de su peldaño, lo único indudable son los extremos. En el escalón más bajo, y sufriendo todas las consecuencias del prejuicio y la falta de oportunidades, se sitúa un peruano con estas características: 1) mujer, 2) quechuahablante, 3) altoandina, 4) analfabeta. 
En la cima encontraremos un peruano de la siguiente condición: 1) hombre, 2) blanco, 3) urbano, 4) con estudios superiores.
Como usted podrá deducir, en países como el nuestro es un tema de verdadera sobrevivencia social acercarse lo más posible a la segunda imagen y, por ello, debemos saludar que hoy se esté discutiendo más que antes la pertinencia de exacerbar este escalonamiento a través de los medios de prensa, el entretenimiento y la publicidad. La caída del Incanato en Cajamarca ocurrió ya hace varios siglos y nunca seremos un país verdaderamente justo y democrático mientras nuestras mentes sigan sumergidas en un esquema colonial que susurra que para ser mejor percibido y tener éxito en la vida lo mejor es blanquearse lo más que se pueda a través de la piel y otros simbolismos. Lo curioso es que este abanico siempre será volátil por su subjetividad: aquellos que en microsegundos ponen en su lugar al interlocutor tabulando su color de piel, su colegio, la universidad, su lugar de residencia, su marca de ropa y hasta el color de sus medias también son juzgados en la misma medida y pueden terminar discriminados por el más mínimo matiz: hasta el peruano más blanco, millonario y políglota contaminado por este esquema temerá en su psique ser choleado por sus pares o por alguna princesa europea que nos visite. 
Así de cojudo es este sistema.
Por eso me rebelo y con orgullo meritocrático lo proclamo: ¡No, no estudié en el Markham!
Pero bien que me gustó que me lo preguntaran, maldita sea.


5 temas para nunca hablar en una primera cit


Hay muchos hombres que se preguntan lo siguiente: En una primera salida o primer encuentro con una chica ¿qué temas trato? Aunque a muchos les parezca ridículo, muchos hombres se devanan los sesos preguntándose cómo mantener el tema de conversación, sin aburrir y sin que haya esos silencios incómodos, esos que las chicas encuentran terriblemente asfixiantes y en los cuales el tiempo parece detenerse... tic... tac... tic.. tac.
Lo que yo digo en estos casos es que no importa lo que tu hables con ella, lo que para mí es fundamental es la manera en que hables, y en esto me refiero al tono de tu voz y a tu postura.
Sin embargo, también es muy importante que lo que hables sea interesante, que la cautive y la lleve a que la comunicación sea recíproca, que ella comience a hablar con las cosas que te dice.
Puedes hablar de lo que se te la gana. Pero para mí hay temas que son verdaderos matapasiones y que enfrían cualquier interés romántico, no deberías tocarlos en las primeras citas.
Algunos podrán decir que hay cosas de sentido común, y que no es necesario escribir sobre este tema, o que no importa lo que hables desde que seas tu mismo. Bla, bla, bla. Puedes ser el mejor tipo del mundo, pero créeme si aburres a tu chica, estás perdido. He visto a muchos tipos olvidar que hablan con una chica y empezar a tocar zonas aburridas o tensas en sus conversaciones.
Acá van 5 temas que, en mi experiencia, son realmente jartos y tensos, y que no conducen a nada en una primera cita, un primer encuentro o una primera charla de arrunche:
1.    No hables sobre la Guerra de las Galaxias, libros de comics, juegos de computador o cosas del tipo ciencia ficción intelectualoides. Si yo se… Episodio 3 fue genial, cuando Anakin Skiwalker finalmente torna al lado oscuro y se enfrenta a Obi-Wan. Las mujeres no han visto eso, o no les interesa, y no les apasiona la historia de Darth Vader. No digas frases, o cosas, del profundo significado que tiene el dark side. No hables de eso, a menos que ella lo haga, por favor. He visto la cara de desconcierto de las chicas al hablar de estos temas.
2.    No hables acerca de asesinatos, crímenes, terrorismo, George Bush, Osama, guerra, plagas, tsunamis o cualquier forma de muerte. Deja la violencia o la muerte fuera de la conversación por favor. Es un completo matapasiones. La idea acá es no suscitar emociones negativas que puedan asociarse a momentos contigo. Si por alguna casualidad ella toca ese tema, cámbialo, corre FOREST, corre!.
3.    No hables de ex novios o relaciones previas de ella. No lo hagas. Pase lo que pase, vas a hacer que recuerde cosas negativas, tristes, dolorosas. Tienes que ponerla en un estado de ánimo positivo (alegría) o de excitación (sorpresa). Si toca el tema, por favor, no le preguntes que si estaba enamorada, que si era muy profundo, ignora el tema. No es tu asunto, para eso tiene mil amigas.
4.    No hables de política o religión. Mira… no lo hagas. Es aburrido. Punto. No crearás un gran vínculo hablando de calentamiento global, de ayunos, o del Papá, o de la crisis de la espiritualidad en la Europa de la postguerra. Créeme… no!
5.    No hables sobre tus posesiones: tu carro, tu super nuevo televisor de 40 pulgadas plasma Wide screen, lo que sea, o sobre tu status, tu posición de gran autoridad, tu cinturón negro en Kung Fu Chon Whoo-Shin. Estas cosas deben salir por si solas, sin que las menciones, si hablas de ello darás una imagen de inseguridad o de presunción, las mujeres odian eso. Mantén el misterio y deja que sea ella la que te diga "wow, que maravilloso carro tienes".
Puedes hablar de lo que quieras, pero estos temas por favor evítalos, créeme trabaja en ser entretenido. Luego hablaremos cómo.