sábado, 4 de junio de 2016

CREO QUE FUISTE TU...



Ayer creo que soñé contigo, digo que creo, porque no vi tu rostro definido, pero mi pensamiento y mi mente me lo decía. Estábamos en una calle concurrida, donde la gente, caminaba sin preocuparse por las demás.
No hubo ruido, todo calmado, como si fuera una película antigua, ''cine mudo'' donde las pantomimas y los gestos son mas importante que las palabras. No quise esforzarme en hablar y decir tu nombre. ''Lo sabia?"
Cuando de repente, se oye un estruendo y el cielo se oscurece, una a una las gotas de lluvia empieza a caer, primero en los cristales de los lentes. Me haces señas de que va a empezar un chubasco, me tomas de la mano y me llevas hacia una tienda.
Acá estaremos guarecidos, escucho decir. Era un local donde expenden dulces, golosinas y frutas. Me dijiste pidamos algo y acepte. Nos sentamos cerca de la ventana, pero nos pareció mejor buscar otro lugar y subimos al segundo piso.
Pediste una ensalada de frutas y yo un Banana Split. Otro día pido eso, fue tu sentencia final, cuando vimos que la gente empieza a volver por las calles, alguna con paraguas y otras con bolsa plástico en la cabeza. Los hombres mas valientes, sin nada.
De nuevo me agarras la mano y me diriges a la puerta, pero dudas en salir, te halo y una vez en la calle, sentí el agua como caía en mi rostro y una sensación de alegría inundo mi ser. Me sentía libre, contento y algo natural me refrescaba.
Caminamos apurados hasta que vimos un árbol frondoso, nos guarecimos debajo de el y estuvimos mirando a la gente correr. Hasta que el cielo empezó a despejar para dar paso a un débil sol, es que estamos en junio y la temporada de otoño esta en media estación.
Saco de mi bolso, mi IPhone de última generación y luego de prepararla hago un selfie para la posteridad. Y cuando reviso los archivos, no la encuentro. Solo hay una imagen borrosa con el titulo de ''reciente'-. No se ve mas que deformidad de dos cuerpos juntos y... nada mas.
Pero lo más increíble, fue que cuando reaccione y quise explicarte...ya no estabas, esa mujer de bellos labios y mirada cautivadora, que me había acompañado y cuidado los últimos momentos, desapareció... jajajaja - me reí como calmando mi preocupación: Otra vez me sucede esto. “Se fue sin saber quien es...”
He despertado y quiero volver a soñar, pero mi mente no lo desea hacer...tendrá sus motivos, me pregunto, tal vez si, pero no quiero dejar de tentar otra vez...quiero descubrirte y decirte un secreto, que solo lo se y a nadie mas he contado.
Juanitop
6/4/2016





AVENTURA SOBRE DOS RUEDAS

La emoción hace que la adrenalina suba de un momento otro por todo el cuerpo y nuestro corazón empiece a bombear la sangre mas acelerado y los ojos se abran mas. Eso fue lo que me pasó ayer casi toda la mañana cuando me apee a un vehículo automotor de dos ruedas y surcamos las calles de Lima de norte a sur.
Lo digo, surcamos, porque fue mi hermano quien me dijo que lo acompañe a hacer su recorrido habitual de inspecciones por diferentes unidades de donde trabaja para llevar las últimas instrucciones de las actividades programadas para este domingo, dia de las elecciones generales para elegir al futuro presidente, periodo 2016-2020.
El viento chocaba mi cara y cada vez nos adentrábamos a las pistas llenas de autos y camiones. Me sentía volar sobre el asfalto pero mi mente me transportaba a los años 70 cuando era un joven que entraba a la adolescencia a pasos agigantados y estaba montado en una moto Susuki 90cc., propiedad de mi mejor amigo del barrio.
Si ese medio de transporte diría, pues contaría las peripecias que hacía hábilmente durante mis viajes por las avenidas – aún limpias y sin tráfico – de la gran metrópolis con potencial de convertirse en una de las principales de esta parte del continente. Uno podía caminar tranquilamente porque los choferes conducían bien y no había muchos accidentes.
Recuerdo como si fuera ayer, que en una oportunidad montado en mi moto, una Honda 125cc, color roja, fiel testigo de mi segunda etapa de motociclista, nos íbamos fuera de Lima conjuntamente con mas compañeros de aventuras, muchos de ellos desconocidos que como yo deseaban aventurarse a nuevos destinos y éramos un grupo compacto que nos ayudábamos, ante cualquier eventualidad.
Me viene a la mente la vez que estábamos camino al balneario de Santa Rosa, al norte de la capital y en caravana cerca de una veintena de motos ocupábamos la carretera y no dejábamos pasar a los demás vehículos. No íbamos a mas de 90 km/h, porque entre todos había códigos que debíamos respetar.
Deseábamos estar presente en la competencia de motocicletas de alta cilindrada que se llevaría a cabo en el provisional autódromo del referido balneario, ex profesamente levantado para tal ocasión y todos los de casco, no debíamos dejar pasar de verlo. Ah! Y uno de nuestro conocidos, “Pocholo” Bulos, participaba con una Kawasaki  450cc, motón (aumentativo de moto) preparada para la ocasión.
Y sucedió lo que menos pensaba, luego de la competencia y del segundo lugar de nuestro “Pocholo” y cuando retornábamos a la capital, mi motocicleta – mi compañera de aventuras –  se quedó en medio camino, a la entrada o mejor dicho a la salida de Santa Rosa, faltaba unos doscientos metros de la autopista. No daba, ni para adelante, ni para atrás.
Y como dije líneas arriba, muchos se detuvieron y trataron de “reanimarla” pero ella no daba visos de quererlo hacer, y uno mayor con su casaca de cuero negra y gafas oscuras, al que todos respetaban, dijo: Este “fierro” se va a mi taller. Nadie hablaba porque su palabra era ley entre los motoristas y yo solo obedecí porque sabía que allí donde lo llevaban, sería arreglada.
Me subí a la primera moto que vi y no conocía al conductor y empezamos el retorno a Lima. No era igual que la llegada, sino que aun mas animada y como copiloto miraba a la mancha de vehículos menores que nos acompañaban. Y por primera vez sentí la emoción de “volar” sobre una de ellas como copiloto. Miraba sobre el hombro de mi conductor el velocímetro y esté marcaba sobre los 110 km/h. Yo nunca lo había hecho.
Ufff, que buenos recuerdos y volviendo a la realidad, empecé a ver a los vehículos que estaban a mi alrededor y me entró un escalofrío que sopese con el miedo o los nervios, pero no sentí esa emoción que tuve en tiempos idos, pero estaba ahí sentado en la parte posterior de la moto y cada vez me sentía mas ofuscado por el tránsito que se “cargaba a medida que entrabamos a Jesús María y luego a Lince.
Llegamos, sorteando los vehículos y metiéndonos por entre ellos hasta llegar a las intersecciones donde estaban los semáforos y me enervaba porque estos duraban mucho o simplemente eran los policías de transito quienes dirigían el pase y detenciones de los automovilistas. Me pregunto, si ellos están, porque aún siguen los semáforos funcionando, es que no hay nadie para ahorrar energía.
Creo que este caos que observé durante mas de tres horas se debe a los deficientes políticos que tenemos en el congreso ya que estos son los encargados de regular las importaciones y reemplazo del parque automotor en el país y si hay mas vehículos que espacio para transitar entonces las regulaciones son inequívocas.
Por otro lado observé que cada vez que el semáforo o el policía dirige, los pases y cambios se demoran demasiado y por consiguiente el gasto de combustible es mayor. Y, aunque no lo crean o se han olvidado esto permite que el aire, la atmosfera de enturbie con el monóxido de carbono que salen de los motores (eso era en mis tiempo, pero ahora los gases son mas sutiles, pero con el mismo peligro para la salud).
No sería que alguien está en contubernio con los dizque productores del vital elemento automotriz, para que a mas congestión vehicular, mas ganancia. Y qué tal raza. Este gasto se mide por millones de litros, galones o tanque lleno. Así es mi apreciación luego de mi letanía subido a una motocicleta de marca asiática, que tiene arranque de botón y muchos aditamentos que no se para que michi están.
Y si de subirme a una moto de nuevo… no lo vuelvo a hacer, ni así me paguen lo que se llevó Alberto Fujimori, me pongan una cuenta en el Gran Caimán o me den un besito de soledad. Así que hermanito, búscate otro copiloto o haz como el “viejo”, que tenía un cartelito en el suyo que rezaba: - Dios es mi copiloto.
Dicen que los tiempos de antes fueron los mejores, pues lo ratifico, fueron y serán los mejores. A ver quien me contradice… si hasta el azúcar fue mejor, porque antes echaba dos cucharita para endulzar mi café con leche y ahora tengo que ponerle hasta cinco para encontrar un sabor que no es igual.
Un saludo. jejejejejejej