lunes, 3 de noviembre de 2014

De 25 años y mantenido…




En un momento de descanso, un grupo de compañeros de la oficina, nos pusimos a tratar el tema de los hijos y uno manifestaron que ya estaban hartos de sus hijos que no piensan en “destetarse” de la casa.
El caso mas impactante fue de la especialista en imagen digital, quien a su edad tiene dos hijos ya mayores quien dijo, “Yo pensé que no existían. Incluso llegué a pensar que en pleno siglo 21 sólo eran parte de alguna anécdota chusca, de su existencia me di por enterado gracias a las pláticas con la vecindad, de esas que se ponen sabrosas por el alto contenido informativo que se promociona”.
Sabía de antemano la existencia de niños que gracias a su natural y explotado talento artístico, mantenían lujosamente a sus padres, pero saber de la existencia real y palpable de hijos que son mantenidos por sus padres y que éstos ya no se cuecen al primer hervor, ¡no la frieguen! Me dejó con el ojo triangular.
Estos hijos mayorcitos mantenidos son peores a los "ninis" (que ni estudian ni trabajan), porque los mantenidos aparte de que ni estudian ni trabajan, sí se casan y sí "paren". Es decir, aquí no solamente se hace referencia a hijos solteros mantenidos por sus padres, sino que agréguenle que son hijos ya mayorcitos, casados y con tres hijos.
El caso no parecería grave cuando los padres cuentan con el suficiente capital económico para hacer frente a esa manutención, pero existen padres que apenas ganan para medio pasarla y su esfuerzo (ciertamente admirable) se tiene que extender para darles de vestir y de comer al hijo, a la nuera y a los tres nietos. O bien, la excepción pudiera aparecer cuando el hijo padece alguna enfermedad o incluso que atraviesa un eventual desempleo, pero los casos abundan en los que el hijo mayorcito está sanito…
"Es que es mi hijo y sea como sea no lo voy a desamparar", dice la madre mientras se recorre las casas recolectando ropa para planchar. Y bajo esa filosofía, muchos padres, aun después de trabajar 30 años, y cargando la molestia de alguna enfermedad, no decaen y salen diariamente a cumplir jornadas laborales de ocho horas diarias; otros en trabajos menos formales pero igual de extenuantes: de albañiles, plomeros, en el campo, amas de casa que limpian otras casas y lavan y planchan ajeno. Son estos papás los que diariamente se quitan el bocado para dárselo a los hijos irrazonablemente mantenidos. Padres e incluso abuelos que trabajan literalmente con el sudor de su frente, con sus manos callosas y arrugadas. Son estos padres los que no pueden tener más porque el hijo mayorcito se los arrebata, entonces no tienen otra opción que contar con lo indispensable que en la vida debemos tener: un plato en la mesa con la familia a alrededor, contemplar una fuerte lluvia y meter las manos para sentir lo fresco de ella, ver correr a los nietos, y dar, siempre dar al hijo mantenido para sentirse en compañía y de paso sentirse amados.
La lógica no obligatoria pero más natural en el desarrollo de un hijo es que éste estudie una profesión, la ejerza, para luego casarse, vivir en casa propia y, si es posible, convertirse en padres, y en la medida de sus posibilidades ayudar, como agradecimiento, a sus padres.
Causas o pretextos hay muchos. Cada familia es un sabroso mundo. Quizá en algunos hijos, como en el caso específico de los mantenidos, la idea del esfuerzo, del sacrificio, de la superación personal, ha desaparecido o nunca se inculcó. Quizá cuesta dejar las comodidades de la casa de los padres. Quizá temen encarar una vida propia con las responsabilidades que implica el mantenimiento de un hogar.
Sin embargo, también, quizá habría qué ver si son los padres los que no desean separarse, pues también hay padres que temen la soledad siendo viejos. Quizá los padres sienten alguna culpabilidad y no ven otra opción de sanarse que el regalar a ese hijo el techo y comida "hasta que la muerte o la enfermedad se lo impida", o quizá lo que sucede es que algunos padres elaboraron la famosa frase que no está dando resultado: ¡yo no quiero que mis hijos pasen los trabajos y carencias que yo pasé!
En fin, yo pensé que no existían, y tú debes conocer más de alguno.


La responsabilidad de los padres


Los padres son el primer modelo para la personalidad del niño, que aprenderá por imitación de éstos sus primeras conductas. 

Además, son la fuente de sus sentimientos de seguridad y aprecio.
Por ello los padres han de ser los primeros en evaluar y aceptar a su hijo tal y como es, sin dejarse influir por sus miedos y deseos, para empezar a fomentar la autoestima de sus hijos.
Estas son las formas en que podemos conseguirlo:
·                     Reconociendo sus cualidades y ayudándoles a darse cuenta de ellas.
·                     Comprendiendo sus conductas en la situación en la que se den.
·                     Ayudándole a cambiar las conductas que sean negativas para él.
·                     Aceptándole y permitiéndole que desarrolle y exprese su personalidad.
·                     Reforzándole cada vez que consiga un logro o se esfuerce por ello.
·                     Teniendo cuidado de no intentar moldear al niño según lo que nos gustaría que fuera.
Es esencial para la formación de la autoestima del niño que éste se sienta escuchado. Para ello hay que demostrarle nuestro interés y que lo que cuenta es importante para nosotros. Cuando nuestro hijo esté contándonos algo debemos prestarle toda nuestra atención, minimizar las distracciones y hacerle preguntas o comentarios que demuestren nuestro interés. Si el niño no habla por sí solo, debemos crear ocasiones para ello e invitarle a hacerlo.
No es suficiente con escuchar sin más. Hay que intentar comprender qué quiere decirnos el niño, ponernos en su situación e intentar entender sus sentimientos. No le des la solución a sus problemas si él no te lo pide. Escúchale, compréndele y guíale para que encuentre la solución por sí mismo.
Si el niño manifiesta sentimientos negativos (miedo, culpa, inseguridad…) puedes ayudarle a afrontarlos de las siguientes maneras:
·                     Hazle sentir que está en un ambiente seguro en el que es aceptado y comprendido. Una vez que lo sienta, será más fácil que exprese esos sentimientos negativos.
·                     Ayúdale a encontrar maneras de expresarse mediante ejemplos, usando su imaginación…
·                     Apóyale en los momentos de fracaso. Intenta hacerle ver que, aunque cometa errores, siempre será una persona importante y valiosa para ti y que esos errores le servirán de aprendizaje de cara al futuro.
Por último, ten en cuenta que, al ser el espejo en el que tu hijo mira para aprender y desarrollarse, la mejor manera de ayudarle a formarse es ser un modelo de persona con autoestima sana y equilibrada.


El beso y sus curiosidades





El beso es una de las demostraciones de afecto más comunes e importantes en el ser humano, pero sabías que esconde algunas cosas que ni imaginabas. A continuación 10 curiosidades sobre el beso, para que sepas más de esta práctica tan común como especial, y que no todas las culturas practican, pero que algunos animales sí.

1. ¿Por qué el ser humano se besa?
Sobre el origen del beso, los antropólogos se dividen en dos. Una de las teorías sostiene que simplemente surgió como un gesto instintivo que, por intuición natural, los humanos comenzaron a practicar. La otra argumenta que se originó mediante el proceso conocido como pre masticación, que es cuando una madre alimenta a su bebé masticando la comida y pasándola de boca a boca. La palabra “beso”, mientras tanto, proviene del latín Basium, que se cree que surge a su vez del sonido onomatopéyico del beso.
2. El beso en la historia
Existen registros históricos de la existencia del beso desde al menos hace 5 mil años. La civilización alfabetizada más antigua que se conoce, la sumeria, contiene menciones al beso en su poesía, tanto de un beso con los labios, como de la utilización de la lengua.

3. Besos en la Biblia
La referencia a un beso más temprana en la Biblia se encuentra en el Antiguo Testamento, en el Génesis, cuando Isaac le otorga su bendición a su hijo, Jacob, y le dice que se acerque y le bese.
También en el Génesis se puede encontrar la primera mención a un beso entre un hombre y una mujer, entre Jacob y Raquel. Más adelante, en el Cantar de los Cantares, se puede leer el conocido verso que es frecuentemente citado: “¡Que me bese con los besos de su boca! Porque mejor es tu amor que el vino”.

4. El beso como ritual
Desde su existencia, el beso ha sido utilizado en numerosas formas de ritual. Ha servido por ejemplo como gesto simbólico, formal o social para indicar respeto o saludo, como besar la mano de una dama. También para indicar devoción religiosa, besando un ícono religioso o el piso de un templo. En la actualidad se puede encontrar muy extendido el ritual del beso entre los novios al concluir la ceremonia de la boda, y también el de líderes políticos de distintas naciones como forma de saludo

5. Los que no se besan
Hoy en día, aproximadamente el 90% de la población mundial incluye el beso en su cultura. El otro 10% no lo hace por diversas razones. Por ejemplo, en algunas zonas de Sudán evitan besarse porque creen que la boca es la ventana del alma y temen que ésta pueda ser robada. Los esquimales, por otra parte, tienen el famoso “beso de nariz”, que aparentemente surgió debido a que, viviendo en un clima extremadamente frío, la única parte del rostro que tienen expuesta es los ojos y la nariz, de modo que frotar las narices fue la manera que encontraron de manifestar afecto. En otras culturas, mientras tanto, no se besan porque el beso es aún considerado obsceno o inapropiado

6. Animales que se besan
Además de los humanos existen muchos otros animales que también llevan a cabo esta práctica o, al menos, una similar. Los chimpancés tienen un comportamiento similar al de un beso entre ellos luego de una pelea, que ha sido interpretado como una especie de ‘hacer las paces’. Muchos otros primates tienen una conducta similar que podrían incluirse como su propia manera de ‘besarse’.
Hace poco se descubrió que los elefantes suelen poner su trompa en la boca de otro tras la muerte de un miembro de la manada, por lo que se cree que se trata de una suerte de consuelo. Otros animales como perros, gatos o aves también suelen tener comportamientos como lamer, acariciar con el hocico o acicalarse mutuamente, que se asemeja a la acción de besarse.

7. Besar es bueno para la salud
Las demostraciones de afecto y cariño en general tienen el efecto de reducir el estrés, pero algunos estudios también han demostrado que incrementar la frecuencia de los besos con tu pareja provoca una reducción importante del estrés percibido y una satisfacción mayor respecto a la relación, además de una rebaja en los niveles de colesterol. Por otra parte, besar también puede generar la secreción de adrenalina a la sangre, lo que tiene beneficios para el sistema cardiovascular. Durante un beso apasionado además se queman generalmente entre 2 o 3 calorías por minuto.

8. Récord Guinness
El récord Guinnes del beso más largo fue otorgado en febrero de 2013 a una pareja de Tailandia, que se besó sin detenerse durante 58 horas, 35 minutos y 58 segundos en una ‘maratón de besos’ organizada en ese país con motivo de San Valentín.

9. La ‘besología’
En algún momento del siglo XIX se comenzó a estudiar el beso desde la ciencia, una disciplina que luego se dio en llamar filematología, y que fue realizada, entre otros, por Charles Darwin. Los estudios de la filematología tienden a centrarse en la biología de los besos, las hormonas involucradas y también en las razones por qué besamos. Los científicos han demostrado que el primer beso entre dos personas puede aportar pistas sensoriales muy importantes acerca del otro, que determinan en gran medida cómo seguirá la relación. Un estudio determinó que 59% de los hombres que participaron y un 66% de las mujeres, se sintieron menos atraídos hacia una persona luego de besarla. También han explicado por qué el besar es una sensación tan placentera: los labios son muy sensibles y tienen más terminaciones nerviosas que la mayoría de las partes del cuerpo.

10. El primer beso en el cine
El primer beso romántico del cine tiene lugar en el film de 1896 The Kiss, una cinta muda de 30 segundos que fue una de las primeras en proyectarse al público y contiene simplemente eso, un beso entre un hombre y una mujer (aunque mucho menos apasionado de lo que nos podemos imaginar hoy en día). Esta película hizo que muchos consideraran al cine, en ese momento recién surgiendo como un nuevo medio, algo obsceno e indecente. Algunos incluso pidieron la intervención policial durante la proyección de la película. Ay, si vieran el cine de ahora…