sábado, 11 de octubre de 2014

¿Un taller después del “cole”?


Los talleres que los niños llevan después del horario escolar son beneficiosos: les permite socializar y desarrollar habilidades.
Alejar a nuestros hijos de la televisión y los videojuegos e involucrarlos en otro tipo de actividades siempre es una buena idea. En esta edición de Escolar, abordamos cuán importante es para los niños asistir a talleres que, sobre todo, sean de su agrado o les llame la atención para que tengan la oportunidad de desarrollar y potenciar sus habilidades y capacidades, así como también formar nuevas amistades unidas por un interés común.
En nuestro medio, existen muchos talleres de diversos tipos: deportivos, artísticos, de manualidades y psicomotricidad, entre otros, por lo cual, como padres, surge la pregunta: ¿Cuál es el más adecuado? Por ello, de la mano de especialistas, bridamos algunas recomendaciones que puede hacer dicha elección más sencilla y mucho más valiosa como parte del desarrollo de sus pequeños.
No debemos olvidar que el ambiente debe ser acogedor y apropiado para el taller. La infraestructura debe ofrecer garantías de seguridad. No olvidemos que los espacios muy artificiales contribuyen menos a reducir el estrés y, precisamente, para el bien de nuestros hijos, esa es una de las cosas que debemos pretender con los talleres. Es importante que el ambiente sea más casero y que los chicos no se sientan como en el colegio.

Acceso VIP


Si a quienes gritaban “chavista” a Ollanta Humala en el 2011 les hubiesen contado que tres años después su gobierno estaría en problemas por la penetración de intereses privados, probablemente no lo creerían. El gobierno que asfixiaría la inversión privada ha sido cuestionado en las últimas semanas por una serie de hechos que, en el mejor de los casos, muestran el acceso privilegiado del empresariado a los centros de decisión estatal. En el peor, corrupción.
Cada caso presentado por la prensa es seguido por una explicación desde el gobierno que minimiza su importancia. Se busca el interés general al destrabar inversiones; siempre lo hacemos así, no hay nada malo; es bueno escuchar al sector privado; fue un funcionario que hizo un copy-paste por error. Si bien hay explicaciones más razonables que otras, tantos casos, y en conjunto, dejan esas justificaciones muy mal paradas.
El asunto sí es muy grave, y más para este gobierno. Estos incidentes muestran que se mantiene una clara dualidad en el acceso al poder, con ciertos sectores llegando al Estado con facilidad, mientras que otros tienen muchas más dificultades para procesar sus demandas. Aún en su versión más inocua dejan en claro que el gobierno ha fallado en construir una distancia sana entre su tecnocracia y el sector privado, una de las principales críticas a sus antecesores. Distancia que era un mandato de muchos de los votantes de Humala en la última elección.  
Porque si de algo cojea la tecnocracia peruana es de su cercanía al poder privado. No hay un espacio intermedio, un buffer, entre el tecnócrata y la empresa. Hay muy pocos centros de investigación o espacios académicos donde el técnico pueda ir a trabajar tras su paso por el Estado. Tampoco una carrera burocrática competitiva. Lo más común es que el técnico venga de la empresa y vaya a ella tras terminar su función. Y es evidente que ello hará al tecnócrata más sensible a ciertos pedidos y demandas que a otros.
Es irónico, porque se trata de un sector empresarial que en varios momentos ha sido muy malcriado en su trato al Presidente y al gobierno. Hasta ahora hay sectores que, a pesar de todos los gestos del gobierno, mantienen un macartismo caricaturesco y denunciando el inminente zarpazo chavista. Más bien el empresariado debería tomar conciencia de que, comparados con otros sectores, su acceso sigue siendo privilegiado y su influencia muy alta.
Estos canales de comunicación son inusitados para otros sectores burocráticos y de la sociedad civil. Hay alcaldes, sindicatos, asociaciones que se cansan de esperar respuestas a sus pedidos de la tecnocracia económica; ni sueñan con un correo electrónico. O veamos el caso de los asháninkas asesinados por madereros ilegales: sus demandas de garantía no fueron procesadas a tiempo. En esas condiciones, una relación fluida como la que muestran estos casos resulta ofensiva. Y más ofensivo que se diga que no pasa nada.
Las cosas pueden y deben ser de otra manera. Los ministros deben marcar una distancia clara que no haga siquiera pensar a los funcionarios subalternos que tienen intereses en el caso. Los pedidos empresariales, si realmente son sectoriales, deberían tramitarse por los gremios. Y si son particulares, usando los canales adecuados. Tal vez no se entienda, pero la solidez y legitimidad futura de la tecnocracia pasa por lograr esta distancia. El Ollanta Humala del 2014 haría bien en recordar al Humala del 2006 para entender por qué esta situación molesta tanto a los ciudadanos.


Pastilla para levantar la moral






¿Es usted una alcaldesa que se había salvado de una revocatoria, se atrevió a ir a la reelección, y lo único que ganó fue una abultada deuda por gastos de campaña? ¿Le ganó en primera vuelta la presidencia regional un preso por corrupción? ¿Iba descorchando la tercera botella de Dom Pérignon cuando le contaron que el resultado del conteo rápido era distinto al de boca de urna, y que había perdido la alcaldía distrital por una ceja?
¿Alguno de estos casos es el suyo? De ser así, no se deprima, le traemos una pastilla para levantar la moral desde el turístico distrito de Palca, provincia de Tacna. Nos referimos al caso de don Eusebio Torres Tapia, candidato a la alcaldía de dicha comuna.
Don Eusebio fue regidor del Concejo de Palca allá por 1995. Desde entonces, había postulado 4 veces sin éxito a la alcaldía. Bajo la lógica de que no hay quinto malo, decidió intentar nuevamente llegar al sillón edilicio. ¿Cuál fue el resultado?
Don Eusebio no solo no salió elegido sino que obtuvo tan solo un voto. Asumiendo que se trata del suyo propio, esto quiere decir que ninguno de sus cinco candidatos a regidores votó por el equipo que integraban y que él lideraba. Tampoco sus compañeros de partido político. Ni siquiera sus amigos del barrio (por no mencionar a su cónyuge y familiares).
Frente a este dramático caso, ¿no se siente mejor con usted mismo? No importa cuál haya sido su fracaso, anímese, don Eusebio nos recuerda que las cosas siempre pueden estar peor.