jueves, 27 de marzo de 2014

Adiós al sexo?



En las libretas electorales de 1935 podíamos leer cosas como éstas: cutis trigueña y pálida; cabello ensortijado y abundante; boca mediana con labios gruesos; nariz con dorso recto y base levantada; cicatriz oblicuo-externa en región frontal.
A medida que pasó el tiempo y tales características podían ser burladas por un tinte de cabello o un maquillaje las cédulas fueron cambiando.
A principios de los cincuentas se eliminó lo relacionado con pelo, boca y nariz pero aparecía el color de piel, la estatura y las señales: “ausencia del ojo izquierdo”. Supongo que el sexo estaba tácito porque las mujeres no necesitaban identificación, pues hasta 1954 no fueron ciudadanas. Las cédulas de hoy en día mantienen los datos básicos (nombre, RH, fecha de nacimiento, huella) y continúan con algunas particularidades como firma, estatura y sexo.
Los asuntos de identidad y seguridad han sido fundamentales para entender el contenido de los documentos de identificación. La idea, en general, es que el Estado esté seguro de que uno es quien afirma ser. La biometría, tecnología que analiza las características intransferibles de las personas (como las huellas dactilares), ha sido hasta ahora la herramienta más efectiva (aunque éstas se borren con el tiempo).


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