UNA MAÑANA MOJADA
La semana comenzaba, el cielo despejado auguraba una mañana calurosa, salí de casa a la hora prevista, tomé dirección a la avenida principal para enrumbarme a mi centro de trabajo. Como si lo hubiera pedido apareció un “concho” al cual le faltaba un pasajero y ese era yo.
Me acomodé como pude y partí hacia la Independencia. En el cruce con la 27 se apeó una mujer y la reemplazó un proyecto de fémina, era una alumna del 4to de bachiller del centro donde trabajo. Intercambiamos saludos y nuestra plática fue fútil porque ella se encontró con una compañera de aula y subliminalmente fuí alejándome de ellas. Ufffff! . Comenzó a llover y me lamenté por no haber sacado mi paraguas, que siempre utilizo para guarecerme de una llovizna. Llegué y recién me di cuenta que estaba mojado de pies a cabeza.
Antes De ingresar a mis labores me dirigí al quiosco para calentarme y solicité un vaso de té. Ummmm que delicia, solo que tiene un sabor astringente, y no es para menos porque me menciona la señora, que me atiende, lo hacen reposar con gengibre, por eso se siente así.
Continúa lloviendo, solo es una garúa persistente que humedece la ropa y si uno se confía ingresa hasta la intimidad misma.
Con mi vasito descartable, dando tumbos y malabares para no derramar por la calle, estoy antes de entrar a la Universidad Psicología Industrial. Me recibe con un cordial “Buenos dias, profesor”, el portero que tiene cara de ser extranjero (parece que es de México), yo si mirarlo contesto como automáticamente: “buenos días”.
Voy a la coordinación de docente y me encuentro con que el libro de registro, aún no ha sido puesto en la mesa para firmar la entrada. Recién de doy cuenta que soy el primero en llegar. ¿no será que los demás se han quedado en casa a causa de la lluvia? No importa, me da tiempo para saborear mi delicioso y humeante té.
Apuro mis paso para dirigirme al aula que me toca disertar mi clase, es el mejor de todas, es la que está conformada por los alumnos del último grado de bachiller. Parecería que se han acomodados para servirme como aula CERO en mi incipiente experiencia en esta bello país. No quiere decir que mi Perú sea feo, sino que ahora tengo la oportunidad de mirar y observar lo maravilloso que es un lugar conde existen muchas cosas que mi lugar de origen no lo tiene. Hay elevados, túneles y subterráneos. Vías de alta velocidad y todos manejan con mucho cuidado porque hay peligro en cada cuadra.
Lo que si añoro de mi casa, son la comida variada, mi olluquito con charqui, mi carapulcra, mi cau cau y mi parihuela. Ni que decir de mi choclito con ajicito, el rocoto y el ají amarillo.
La chica de jora o la de maiz morado, y que del agua de culen, jajajajajajajajaj
Los dominicanos tienen una particularidad que no quisiera que me adhiera. Es que ellos todos los días puedn estar con su arroz con habichuelas, o sea arroz con frijoles, pero sin aderezo y no es tacu tacu. Su platano “mahado” o sus tostones. Si es posible los 31 días del mes pueden y comen eso. No conocen y si lo conocen no lo preparan, el pescado y las vísceras de los animales. Dicen puagg! Cuando le hablo del mondonguito, del anticucho, del caldito de menudencia de pollo y peor si les digo que hay un animalito que se llama cuy.
Hubo un día que estuve haciendo recuerdos en voz alta y mencioné a la famosa “pachamanca” y le explique que era la olla en el suelo y ellos ohhhhhhhhhhhh! ¿y. Cómo es? Le fui diciendo y dándoselas de gente de alta alcurnia manifestaron que ellos no comen en el suelo. ¡No saben lo que se pierden¡
Bueno dejemos el arte culinario y adentrémonos en lo que nos interesa (todo debe interesarnos)
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