La voz en el otro lado del auricular le
dice que en la comisaría de Santa Beatriz hay un menor con esa descripción y
que fue hallado deambulando por las calles alrededor del Estadio Nacional y
unos maleantes se lo estaban llevando hacia el barrio que colinda dicho lugar.
Esas personas y el niño fueron detenidos y
llevados a la delegación policial y puestos en investigación. El niño está en
buen resguardo y pueden venir a verlo para que se lo lleven. Esto último hizo
tirar, a la mamá, el fono a la mesa donde reposaba el resto del aparato y no
pudo contener las lágrimas.
Al instante, el papá y la abuela salieron
raudo y veloz un taxi para llegar más rápido a la comisaría que quedaba a más
de veinte cuadras donde estaban, Sin consultar el costo subieron al vehículo y
enrumbaron a la delegación policial. En menos de lo escribo este párrafo
llegaron y vieron que era un lugar tenebroso y que se escuchaba gritos de
malhechores.
Papá y abuela al unísono preguntan por un
niño encontrado por los alrededores del Estadio Nacional y el efectivo de la
puerta le señala una oficina donde pende un cartelito que decía DENUNCIAS. Se
dirigieron y con el corazón en la boca vuelven a preguntar y le dicen que el
encargado es un cabo. Lo ubican con la vista y por tercera vez hacen la
pregunta.
Este policía amablemente le dice que han
tenido suerte porque ese niño estaba siendo llevado a un zona oscura del barrio
para algo inimaginable y les hizo recordar que por ese sitio andaba el
peligroso delincuente violador y asesino de menores PICHUZO. Le ordeno que
esperaran que iba a traerlo porque los niños encontrados, estaban en ese
momento durmiendo.
En realidad, los dos no se habías
percatado del tiempo y este había transcurrido muy rápido y los relojes
marcaban las 11.30 de la noche. Un frío penetrante calo los huesos de la abuela
porque le reclamó al hijo de las altas horas que eran y se apretujó el gabán
que tenía.
El policía entra a la oficina llevando
consigo a un menor de color, era un niño morenito y que respondía al nombre de
Manuel y como si los habían tirado un golpe imaginario, ambos se dejaron caer
en un sillón, que estaba en la entrad de la oficina. No podían cree que no sea Juanitop
quien fue hallado horas antes.
El oficial amablemente les dijo que si no
era ese el niño de ellos, que esperen que hay otro que se ha convertido en el
engreído de las chicas de prevención, las llamadas “Ángeles de la Guardia” de
los menores que iban a ser derivados a las cunas y orfanatos de aquellos que no
son reclamados y abandonados.
Y de mala manera y con la moral hasta por
los suelos, mamá e hijo, movieron la cabeza dando como aceptada la explicación
del policía y demorando, como una especie de martirio los dos miraban la puerta
para ver a quien traía. Y dando pasos fuertes, el uniformado entró con otro
niño en los brazos y dos mujeres “ángeles”.
Con tremenda emoción y alegría, el papá
gritó: JUANITOP, ese es mi Juanitop y arranchándole literalmente de los brazos,
al hombre lo apretujó y lo besaba. La abuela hizo lo propio y no dejaban de dar
las gracias por el hallazgo. No tenían palabras para agradecer mas y se
comprometieron que al día siguiente volverían a firmar los papeles.
Cosa que nunca cumplieron porque ya tenían
a su hijito que estuvo perdido dos días y medio. Perdido en una ciudad grande y
con un peligro latente de ser raptado, violado y asesinado por el terrible
PICHUZO. Ya todo ese peligro había pasado y Juanitop se encontraba a buen
recaudo.
Cuando llego a casa, todos lo esperaban
angustiosos y contentos y como toda historia tiene un final feliz, este no puede
ser la excepción y todos bailaron y rieron hasta que el sol empezó a salir en
el horizonte. Eran las 6.30 de la mañana y así fue que esta parte de su vida no
será olvidada por Juanitop y fue su primera donde una mujer fue parte de ella.
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