jueves, 20 de octubre de 2011

JUANITO SE PIERDE EN LIMA I parte

Corrían los años de 1958 y Lima era una ciudad que emergía de una situación política que fue interesante por los continuos contactos con países de primer orden, que deseaban invertir en el Perú. El frío de otoño, ya comenzaba a caer porque estaba en sus últimos días y el astro rey aparecía tenue y debil en los cielos que calentaban las calles de Lima.

En un distrito de la zona este de Lima, aun pequeña porque los límites de la urbe llegaban a unos cuantos kilómetros del centro de la ciudad. El aeropuerto estaba a una diez cuadras de la casa de Juanitop y se oían claramente los motores de los aviones y especialmente de la PANAGRA.

Por ese entonces, las páginas de los diarios se llenaban de las noticias de un hombre que raptaba, violaba y mataba a niños. Lima se encontraba aterrorizaba por el accionar de este violador y los padres cuidaban a sus hijos de ser posibles víctimas. La policía hacia denodados esfuerzos por atraparlo, pero era inútil.

Con dicho escenario la vida de Juanitop comienza a ser marcado, cuando un día se encuentra jugando con sus hermanos en la puerta de su casa, inocentemente a la pelota y las mujercitas con sus muñecas. Al fondo de la casa se escuchaba los sones de un cha-cha-cha, música contagiante de moda.

Juanitop era el más activo y mas movedizo de los cuatro menores y corre para traer la pelota que se le va a la pista, Corre para la casa vecina donde rueda el balón de jebe y lo trae para que su hermano mayor continúe con el juego. No pensaba más que en divertirse con la pelota de color mamey.

En los momentos en que todos los invitados se encontraban departiendo cómodamente ya que eran una familia muy numerosa y cuando había almuerzo, todos se ponían de acuerdo y se reunían en la cabeza de la familia. La Sra. Marina era la matrona de la familia de gente morena.

Fue en esos instantes que una gran dama de los que estaban en la reunión del medio día que al pasar por los niños, saluda muy efusivamente a Juanitop, quien le responde con un beso en la mejilla. Y no contento con eso, comienza a caminar detrás de ella.

Con paso seguro y con la pelota en los brazos el menos inicia su recorrido por esas calles que nunca caminó solo, pero si de la mano de sus padres, cuando iban de visita a la señora que estaba siguiendo. Contento porque se sentía libre, Juanitop continuaba su andar hasta que cuando reaccionó, no vio a la mujer delante de ella.

Pero su instinto le decía que ella iría hasta su casa y que esta quedaba derecho, sin voltear a Nunkun lugar. Craso error de cálculos, porque Juanitop camino y camino hasta no saber cuanto. La noche caía y no encontraba una casa conocida.

Ya los postes de alumbrado público empezaron a encenderse y la gente apresuraba el paso para llegar a sus domicilios. No había nada que hacer, Juanitop se había perdido en esas enmarañadas avenidas que cruzaban el popular distrito.

En su hogar, sus padres, confiados que la señora se lo había llevado a su casa, no se interesaban por su ausencia, sin embargo el instinto de madre, hizo que reclamara al papá la presencia de su vástago y de la confianza que tenía para llevárselo hasta altas horas de la noche.

Las emisoras radiales anunciaban otra víctima del feroz “Pichuzo” que era el terror de los limeños. Algunos decían que era la reencarnación del diablo porque un hombre con sano juicio no cometería atroces acciones en contra de menores indefensos. Y los ululares de los carros policiales surcaban los aires de las calles.

Por doquier, las comandancias de policías, se organizaban equipos de efectivos para hacer “batidas” en busca del maleante, pero todas las acciones eran en vano. No existía rastro alguno del desalmado. Por todas partes se le veía, pero en ninguno estaba.

El frío se hacía soportable, no era como en el mes anterior. El otoño estaba llegando a su fin, dando paso a la estación del amor, la primavera y ya la población dejaría en casa las consabidas chompas y casacas. Se sentía un frescor que daban ganas de estar cada vez más ligeros de ropa.

Los padres de Juanitop, llegaron a la casa de la mujer que fue indirectamente culpable de lo que le estaría pasando al menor y sorprendidos se enteraron que el niño no estaba ahí y que ella solamente le había dado un beso en la mejilla como señal de despedida y que jamás pensaría llevárselo sin el consentimiento de sus papás.

Al borde de la histeria la madre llorando por la desaparición de Juanitop y llena de rabia lanza su amenaza de que si le pasa algo a su hijo, ella tomaría represalias contra la mujer que lo insito a seguirla. Y era de cumplir su palabra.

Todos se conmovieron por la amenaza materna y se replegaron al fondo de la casa. No había nada que hacer, porque imaginaban que Juanitop sería una mas en la estadística de la policía, como víctima del sátiro que andaba suelto en las calles limeñas. Su vida no valía nada.

Los compañeros de trabajo del papá, irradiaron mensajes alusivos de la desaparición del menor y la noticia llegó hasta los confines del país. No había nada que hacer, el compañerismo se demostró de esa forma en la comunidad empresarial del trabajo del papá.

No había noticias halagadoras, sino todo lo contrario, silencio que daba la aprobación de que algo grave hubiera pasado a Juanitop. Sin embargo todos rezaban para que aún este con vida. Ya había pasado mas de dos días y no había rastro o noticias del muchachito, este había sido “tragado por la tierra”.

Entonces sucede lo inesperado. Suena el teléfono y una voz roca pregunta si en esa casa había una denuncia de un niño cuyas características coincidían con el de Juanitop, la mamá toda angustiada repetía afirmativamente y rogaba que le digan que este había sido hallado y vivo.

Continuará…

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