lunes, 22 de septiembre de 2014

El fantasma de Alberto Andrade

Hace doce años, en medio de una fogosa campaña electoral, Alberto Andrade decía que dos de los grandes problemas de Lima eran la seguridad y el transporte.

Es más, advertía que estábamos al borde del colapso en ambos temas, y no era brujo ni necesitaba serlo para ver el futuro que nos esperaba. Simplemente proyectaba lo que ya se vivía en ese entonces.

Para los dos rubros propuso planes que hoy, mirando para atrás, queda claro que fue un error no aplicarlos. Resulta sorprendente recordar ahora que era el alcalde el que hablaba del tema de la inseguridad y el que hacía propuestas sobre cómo enfrentarla.

Andrade contrató los servicios de William Bratton, el legendario comisionado de la policía de la ciudad de Nueva York, para que realizara un diagnóstico y propusiera qué hacer. Bratton había logrado algo que parecía imposible: convertir Nueva York en ciudad segura. Luego había hecho lo mismo en Boston y Los Ángeles.

Lo que proponía para Lima era en resumen la misma fórmula que había funcionado en Estados Unidos.

Bratton, al servicio de la Municipalidad de Lima, creó un equipo de trabajo y finalmente entregó un plan que partía de la tolerancia cero: ser implacables con los delitos menores, con las pandillas, con las personas que delinquen por primera vez. Según el, castigar el crimen en sus inicios permitiría impedir que la delincuencia y el crimen organizado se desarrollaran. El Plan Bratton era lo más serio que se había hecho hasta ese entonces sobre la seguridad, proponía acciones e iniciativas para mejorar la eficiencia de la policía, la integración con la acción del serenazgo y la de los vecinos. Requería la utilización de tecnologías de punta, como cámaras y sistemas de comunicación eficientes y daba la ruta para contrarrestar la corrupción ya en ese entonces latente en la policía.

Lo increíble es que el plan nunca se usó y hoy estamos pagando las consecuencias. Los temores de Andrade son hoy una cruda realidad, y lo que indigna es que teniendo una herramienta en las manos no la usamos. Hay que aprender la lección.



No hay comentarios: