La vida siempre nos trae sorpresas y una
de esas fue cuando Juanitop tenía cuatro meses viviendo una vida lleno de espiritualidad,
había superado con ayuda de Dios la situación que estaba llevando a causa de la
pérdida de su familia. La madre de sus dos hijas se había ido hacía 7 años al
extranjero y después le quitó a sus dos hijas.
Nunca reclamó nada, solo pedía que sea
comprensible y siempre estar a su lado. Tan es así que cuando le llegó la
demanda de divorcio, contestó que nunca se divorciaría de ella y sin tenerla a
su lado continuaría siendo la esposa que le dio todo, se sentiría honrosamente
estar unido a ella, por siempre.
Sin embargo, la mujer no escuchó el pedido
y envió un documento notarial donde daba poder a un hombre, qué tal, un hombre,
la iba a representarla en el juzgado para disolver ese vínculo matrimonial. El
no quería hacerlo, demostrando de esa manera que la seguía amando.
No hubo deslealtad, no hubo infidelidad,
no hubo engaño, no hubo nada de pretextos que ponen algunos para lograr
deshacerse de la pareja, cuando se han cansado de convivir uno junto al otro.
Pero ahora, había algo que ayudaba a la causa, las mentiras e intrigas que
llevaban las hermanas.
A pesar de todo, el divorcio se dio.
Como decía, el estaban en lo mejor de su
estado emocional y se enfrentaba con una nueva sonrisa a la vida. Ya no tenía
miedo de salir a la calle. Esa selva de cemento que cada día nos devora, con
sus vehículos y grandes edificios. La vida cambió para Juanitop, gracias al
Señor quien le dio fuerzas para vivir plenamente.
Con su “nueva vida” fue adentrándose en
toda literatura cristiana e iglesias donde rendía pleitesía a Cristo Jesús.
Buscaba todo lo relacionado con la historia, personajes y predicas de hombres
“tocados” por el Señor. Así fue cómo ingresó al Internet para informarme en
páginas relacionadas.
Un día buscando por varios sitios,
encontró una en donde le respondieron con varias prédicas que daban testimonio
de personas que habían recibido la gracia de Dios, de maneras distintas. Una de
esas le tocó el corazón y daba testimonio de un niño que salvó a una mujer
cuando estaba a punto de suicidarse, colgada de una viga
Quien le habían enviado ese material y
muchos otros, fue una mujer de un país que no conocía y quedaba en América
Central. Ella muy amable, continuaba comunicándose con el y le enviaba mas
material de lectura, hasta que le habló de su Iglesia y la necesidad de que una
persona se haga cargo del Área de Comunicaciones.
Claro, Juanitop le había hablado que era
periodista y que ese material lo iba a utilizar para la edición de una revista
para su Iglesia en Lima – Perú. Le contó que en una ocasión conversó con el
Reverendo, quien le respondió que posiblemente se pueda realizar esa
publicación, porque era muy necesario para la divulgación del Evangelio.
Mensajes iban y venían diariamente, hasta
que la “HERM.ANA” (así la vamos a nombrar) de Centro América le preguntó si le
gustaría trabajar en una Iglesia de ese país como encargado de Comunicaciones y
que laboraría junto a ella porque era la encargada de Organización y Culto de
esa Iglesia. Esto le pareció interesante porque tendría trabajo y conocería
otro país.
Ella se comprometió a averiguar los
trámites y la vacante que había en su Iglesia. Por su parte Juanitop se metía a
un trabajo que le había salido por la Misericordia del Señor y era uno grande.
La edición de unos libros que le procuraría una suma de 450 dólares. Era en mes
de Junio .
Teniendo esa cantidad y el ofrecimiento de
un trabajo en Centro América, se puso a orar para darle gracias al Señor de
haber encontrado el camino para triunfar en la vida. Trabajar en el campo que a
le gusta; el periodismo y mejor si era para la obra del Señor. Estaba feliz por
tal ofrecimiento.
Le hablaba que se averigüe el costo del
pasaje y los demás gastos que debía hacer para viajar, tales como: emisión del
pasaporte, visas, certificados de trabajo y otros. No sabía si era cierto o era
un sueño del cual no quería despertar. Consultaba todo y no descuidaba del
trabajo de los libros porque ese era su “punto de apoyo”.
Compra el pasaje y con el boleto en mano y
papeles en regla, viaja un 28 de octubre, hacia Centro América en COPA Airlines
y fue el sobrino, el único que lo despidió. Lo llevó al aeropuerto y se alejó
apenas entró a la zona de embarque. No hubo despedidas de parte de su familia,
solo horas antes, tres amigos; el “gato”, el “Coyote” y el “Llamojón”, fueron
lo únicos que le dijeron: Chau Juanitop.
Temeroso de lo que iba a encontrar en ese
país caribeño, el avión surcaba los aires y volaba por sobre Ecuador y viró
hacia Colombia para dirigirse al aeropuerto de Caracas. Ahí haría escala
técnica, cambio de avión y tenía que estar en “tierra de nadie” por espacio de
tres horas. Tenía miedo de no salir de ese ambiente y los oídos atentos para
escuchar el llamado hacia Santo Domingo.
Luego de abordar el avión a esta ciudad
caribeña, serían las 16.10 de la tarde cuando se asomo a la ventanilla y siente
que el avión empieza a descender, ve que las casa se hacen grandes y que la
gente toma su real tamaño Al fin ve el moderno aeropuerto de Las Américas.
Enorme estructura construida para recibir decenas de avión. Luego supo que
República Dominicana es un país eminentemente turístico.
Al pasar por los controles de rigor, le
entró un temor de que no le permitirían el ingreso al país. Pensaba que no
tenía pretexto formal para hacerlo y se encomendó a Dios. Al revisarme la
maleta de mano, el señor de migraciones vio una Biblia y un libro cristiano que
llevaba para leer en el camino. Me preguntó si era cristiano-evangélico, a mi
respuesta positiva, me despidió con un : -Bendiciones Hermano.
Una vez que recogió su equipaje, se dirigí
a la puerta de salida para encontrarse con el grupo de la Iglesia, pero para
sorpresa suya solo había una sola persona. Era la hermana que había conocido en
el internet, quien al verlo sonrió y avanzó para alcanzarlo y ayudarlo con el
equipaje. Su reacción (si es que se puede decir que fue reacción o no) fue asombrarse
por el porte y lo bien presentable que estaba. Una mujer caribeña.
Lo recibió con un beso en la mejilla y
sintió un aroma de perfume agradable y muy sensual. Llamando a un muchacho para
que cargue las maletas y el bolso de mano, se dirigieron hasta el
estacionamiento y llegaron al lado de un vehículo Skoda, color rojo vino, tipo
camionetita nuevo (o estaba muy bien cuidado).
Lo sacó del primer terminal aéreo y se
dirigieron por una larga pista que se elevó por casi 20 metros del nivel del
mar y tomó dirección a la ciudad. Él no salía de su sorpresa y asombró.
Interiormente se preguntaba: ¿Tú Juanitop, al lado de una mujer de esa
envergadura?, no puede ser?
Ella se dio cuenta y le interroga. Le dice
la verdad. Ella se sonríe y un rubor cubre el rostro de Juanitop. El camino se
le hacía largo, pero a la vez no quería que terminara. Quería seguir viendo las
avenidas y las edificaciones que en ellas había. Entraron a una especie de
serpentín. Era la avenida para llegar al puente que cruza el Río Ozama.
El centro de la ciudad, abría sus puertas
y es ese momento la mujer le pregunta si había almorzado en el avión y él le
confía que estaba con hambre, porque los cargo del avión solo daban comida como
para jugar.
Sabiendo que le gusta el pescado, ella lo
llevó a un restaurant al borde del mar. Llamado Adri´an Turístic, en dónde
desde su entrada, nos muestra su belleza y modernidad de un restaurante de
mucho nivel.
Pidió un lenguado de primer tamaño y un
coktail de frutas para acompañarlo en su “almuerzo”, eran las 6 pm. y ya
comenzaba a oscurecer. Apuro su alimento y le dijo que mejor se retirarían,
porque se estaba haciendo de noche y a él no me gustaba estar en la calle, hasta
altas horas de la noche. Ella lo mira con dulzura que por segunda vez lo hizo
sonrojar.
Fueron a la casa de la madre de ella. Era
una mujer de unos 79 años, subida de peso y de origen cubano. Lo miró de pies a
cabeza, tratando de encontrar algo para criticarlo, pero al no hallarlo, solo
atinó a decir que ella también es emigrante en Santo Domingo y que su esposo
era un periodista que luchó al lado de Fidel Castro y fue perseguido por
Trujillo.
Ya era de noche y empezaron a llegar los
demás miembros de la familia y conoce a sus tres hijos, Daniel, el mayor de 17
años, Anagraciela la segunda de 13 años y Aguabella la tercera, de apenas 10
añitos. Además estaba la hermana mayor, una mujer igual que la madre, medio
amasadita y la menor, quien no había nacido ahí, sino en Venezuela, durante el
destierro del papá.
La alegría estaba a la orden del día y su
apariencia y actitud era la comidilla de todos en la casa. Nunca habían visto a
un peruano y menor a uno como Juanitop que les contaba su historia de su vida,
de sus hijas y todo lo que sabía hacer en el hogar y en el trabajo. Las horas
pasaban y no había momento de cortar la conversación.
Hasta que por fin, la mujer le dijo que lo
llevaría a descansar y sin haber bajado el equipaje, vuelven a las calles que a
esa hora el tránsito era un poco pesado. Se fueron de la zona pudiente hacia
una contraria, llena de casas de gente pobre. Estaban en la otra parte de la
ciudad, donde se cruza el río Ozama y cuyas orillas, llenas de casuchas.
El corazón se le quería salir por la boca
a Juanitop y cada vez se sentía más asustado. - No puede ser que esté alojado
en esa parte del país, mejor hubiera sido quedarnos en la casa de la mamá y no
en ese sitio, decía para sus adentros.
A medida que oraba para que no sea así,
apareció delante de sus ojos unas casitas edificadas con sus techos a dos aguas
y presentables. El automóvil viró a la derecha y entrando por unas calles, se
detuvo en una donde había dos vehículos. Una mujer delgada salió a recibirlos y
presentándose los invitó a pasar. En la sala había un hombre de tez morena con
una bebita en los brazos y mostrando su simpatía lo saludó con un: “Bendiciones Hermano”.
Acto seguido hizo su aparición una mujer
de finos modales, quien también lo saludo con la misma frase y cargando a la
bebe, se puso a conversar con la HERM.ANA en la entrada de la casa y de vez en
cuando lo miraban y se reían por que demostraba su cansancio y pesadez.
Era un hogar cristiano y aún no sabía
porque estaban ahí. Le prepararon una comida ligera y luego a las 11 pm. Le hicieron
pasar a una habitación y le dijeron que era la suya. Comprendió que era ahí
donde iba a hospedarse. Ellos habían aceptado a la “HERM.ANA”, tener en su
hogar a un forastero siervo del Señor.
La habitación estaba preparada ex
profesamente para alojarme, ya que había muchas cosas que eran de su gusto y lo
dejaron que descansara porque el día siguiente tenía que salir a conocer la
ciudad. A cada momento daba gracias al Señor por tanta alegría que estaba
teniendo.
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