El invierno de Lima (que ya se
acaba) se caracteriza por la saturación de agua en el aire. Es decir, el aire
se llena de agua, en pequeñísimas partículas suspendidas, hasta que ya no puede
soportar más su contenido, y produce, en esos casos, la fina garúa. La humedad
es la fuente de la sensación de frío.
Pero, si estamos a 14° o 15° en
plena garúa, ¿por qué tenemos frío aun estando abrigados?
La razón es muchas veces la ropa.
La ropa está pensada para
compensar las variaciones de temperatura del aire: delgada para el verano y
gruesa para el invierno.
La ropa no está pensada,
generalmente, para compensar las variaciones de humedad de Lima.
Los limeños, sostengo, no tenemos
en cuenta ello. Nos vestimos con chompas o abrigos gruesos pero porosos que
dejan pasar la humedad del aire.
Nos pasa, inclusive, en nuestras
camas con las frazadas que permiten que las sabanas sigan frías, no obstante la
cobertura.
Una casaca o un pantalón de nylon
o fibra sintética pueden aislar la humedad en el exterior más eficientemente
que una prenda de lana que –en forma de un abrigo o una chompa– sí deja pasar la
humedad hacia el interior. Esto es algo para tener en cuenta cuando compre una
prenda para el próximo invierno.
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